lunes, 23 de mayo de 2016

La esperé siempre y llegó sola


 Hoy sin saber porqué, esta foto me llamó y pidió salir del cajón aunque no estaba en el olvido. Una hora más tarde supe el motivo. Otro dia os lo cuento.
  Al verla, empecé a recordar aquellas tardes de verano en las que las niñas de la calle nos reuníamos en mi portal para coser vestidos a nuestras muñecas. Al final del verano celebrábamos una fiesta con banquete y las vestíamos de gala. También recuerdo, y ahora me duele, sus cuerpos agujereados  como consecuencia de los alfileres con los que sujetábamos sus vestidos.
  Sí, fuí niña de muñecas, pero no de tantas como yo hubiera querido. Y aún así ,nunca dejé de jugar a la comba, a la goma, a tirar con rifle, al tirachinas, al arco con sus flechas,a los zancos (hechos con latas de leche condensada), a las canicas, a la trompa, al escondite, a la pelota, a la rayuela, al ''Un, dos, tres carabá'' (creo que es el pollito inglés en castellano), a tocar el timbre del vecino y echar a correr (esto más que un juego era una jodienda), al churro va (temiendo siempre al bruto de turno), ...y muchos más juegos que no cuento para no aburriros.
  Años más tarde, y bien tarde, tuve a mi muñeca de verdad, a la que nunca vestí de puntillas y encajes y ahora me arrepiento. Cosas de la vida.

                                                         
                                                       

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